Qué dicha para todos los hombres, Islandia de los mares, que existas. Islandia de la nieve silenciosa y del agua ferviente. Islandia de la noche que se aboveda sobre la vigilia y el sueño.
Isla de los caballos de larga crin que engendran sobre el pasto y la lava, isla del agua llena de monedas y de no saciada esperanza. Islandia de la espada y de la runa, Islandia de la gran memoria cóncava que no es una nostalgia.