Amniota Divecenter
Engañados por la palabra "desierto", descubrimos un paisaje lleno de vida.
Guanacos y zorros caminan entre los cactus. Pingüinos y variedad de aves pelágicas anidan entre las rocas de las islas, cuidando a sus crías entre los gritos de los lobos marinos. Mar adentro, nos esperan las ballenas. En una infinitud de biodiversidad, la Reservas Pingüino de Humboldt & Isla Chañaral se recorren por tierra y por mar, revelándose como un oasis ecológico en medio del desierto.
Quién iba a imaginar que en este planeta existía un mundo paralelo. Bajo la línea del horizonte, esa que corta el cielo del mar, hay bosques y selvas marinas habitados por criaturas que ni se imaginan. Una luz distinta, otra paleta de colores. Un ritmo diferente al de la superficie de la tierra. Los cardúmenes se mueven organizadamente al son de la marea… interrumpiendo de súbito y cambiando el compás, como si cada pez hubiese tenido la misma inquietud a la vez. Entre los huiros se asoman los residentes del mar. Nos miran. Se esconden. Pasan nadando por nuestro lado como que no somos importantes, y la verdad es así. En ese mundo subacuático, nosotros somos el extranjero.
Bucear es atravesar un umbral. En la vastedad del océano nos sumergimos sin ego, resguardando la respiración en acto de máxima humildad. No hay presencia humana, sin embargo; en la infinitud del paisaje submarino, no estaremos nunca tan conectados con nuestra propia persona...
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Texto, Fotografías & Ilustraciones: Antonia Reyes Montealegre @paraiso__perdido
Fotografía submarina: Urayaku